Reparando la cámara de mi abuelo (y como me inicié en la fotografía) - Parte 1

 

Si de algo puedo estar agradecido, es de que mi familia siempre me apoyo y alentó en todo lo que me propuse en la vida, desde cosas tan relevantes como cuando decidí estudiar ciencias naturales, hasta en cosas más tontas como ser los varios hobbys que tuve a lo largo de los años.

No es de extrañar entonces que cuando a mediados de la década del noventa, y estando todavía en la escuela secundaria, me empecé a interesar por la fotografía, mi familia también estuvo allí alentándome. Y en este caso particular, mi abuelo paterno jugó un papel importante.

Mi abuelo paterno, Ismael Apolonio Páez. Circa 1950.

Mi abuelo paterno, Ismael Apolonio Páez. Circa 1950.

En su juventud y durante muchos años, Ismael Apolonio Páez (mi abuelo) junto con su hermano Osvaldo se dedicaron a la fotografía, tenían numerosas cámaras fotográficas e incluso su propio laboratorio fotográfico, donde hasta llegaron a construir su propia ampliadora. Fueron incluso de los primeros en utilizar películas a color en Argentina, que luego tenían que mandar a revelar a Alemania porque en el país todavía no se conseguían los químicos para hacerlo. Pero un día ocurrió lo impensado, Osvaldo falleció de manera repentina, y para él esto fue el final de su pasión por la fotografía; en poco tiempo se deshizo la mayoría de sus equipos, guardo todas sus fotos y negativos en una caja, y nunca más toco una cámara fotográfica.

No recuerdo exactamente como ocurrió, pero en algún momento de mi adolescencia, y sin conocer el pasado fotográfico de mi abuelo, un día empecé a sacar fotos con una sencilla cámara de rollo Kodak que andaba dando vueltas por mi casa y que mi mamá usaba para sacarnos fotos a mi hermano y a mí en los actos escolares.

Las fotos que sacaba en ese momento no eran paisajes, sino fotos de mi vida cotidiana, de mi familia, mis amigos, las locomotoras del Ferrocarril Roca, las obras de re-pavimentación de la Avenida Hipólito Yrigoyen cerca de mi casa en Turdera (Partido de Lomas de Zamora), y todas cosas por el estilo.

Cámara Agfa Ambi Silette.

Cámara Agfa Ambi Silette.

Cada vez que volvía a mi casa, emocionado con las fotos recién reveladas, mi abuelo me llamaba, me pedía ver las fotos y me daba consejos de cómo hacer fotos mejores. Un día, cuando estaba en quinto año de la secundaria, me llamo a su dormitorio y de adentro de un cajón sacó dos cámaras de fotos para mostrarme. La primera era una cámara de fuelle a la que le faltaba la lente y a la que ni él ni yo le dimos mucha importancia en ese momento; la segunda cámara, una Agfa Ambi Silette, la limpió un poco, me mostró rápidamente como usarla y me la regaló.

La cámara que yo había usado hasta ese momento era muy sencilla, no tenía más que un botón, que uno apretaba y sacaba la foto; pero esta cámara era otra cosa… Tenías que elegir cosas como “el diafragma” y la “velocidad de obturación’”, cosas que yo nuca había escuchado ni nombrar. Desde entonces, y por más de 5 años, fue la cámara que me acompañaba siempre, a los cumpleaños de mis amigos, a los viajes de campaña de la facultad, básicamente a todos lados. Eso sí, cada vez que revelaba un rollo, tenía que mostrárselo a mi abuelo y el me daba sus consejos y opiniones sobre cómo mejorar mis habilidades.

La cámara Kodak 3A de mi abuelo. Le faltaba la lente y el fuelle tenía algunos detalles.

La cámara Kodak 3A de mi abuelo. Le faltaba la lente y el fuelle tenía algunos detalles.

Luego de varios años de uso, y como mi familia veía que se me daba bien la fotografía, un cumpleaños hicieron una “vaquita” y entre todos me regalaron mi primer cámara reflex, una Canon EOS 500 (también de rollo), otra cámara que me acompaño a todos lados por muchos años. Finalmente, y hacia el año 2005, compré mi primera camarita digital (una Sony Cyber-shot DSC-W5) y de a poco dejé la fotografía analógica. Pero esta es una historia para otro momento…

Pero bueno, el tiempo pasó y un día de abril de 2007 mi abuelo falleció, y con bastante tristeza con mi familia guardamos todas sus cosas en un armario. No fue hasta el año pasado, luego de hacer unos cursos de fotografía analógica (siempre se vuelve…), que recordé que en ese armario estaba guardada aquella otra cámara que me había mostrado mi abuelo ese día en su habitación. La buscamos con mi mamá y la encontramos, le faltaba la lente y el fuelle estaba medio dañado, pero cuando la vi supe inmediatamente que tenía que repararla y ponerla funcionar nuevamente.

La cámara es una Kodak 3A Autographic Modelo C, que se fabricó entre los años 1916 y 1926, y por los números de patentes grabados en la parte posterior de la misma, la de mi abuelo parece ser de los modelos más nuevos, entre los año 1922 y 1926. Se trataba de cámaras que utilizaba un rollo de película 122, tamaño postal (8,25x14cm), que tenía un sector con la particularidad de poder ser escrito con un lápiz metálico en caso que el fotógrafo quisiese hacer algún comentario sobre alguna de las fotos, de ahí el nombre de “Autographic“. Este tipo de película dejó de fabricarse en el año 1971.

Bueno, ahora que saben la historia de como esta cámara llegó a mis manos, en los próximos posteos les voy a ir contando con detalle como fue el proceso de restaurarla y ponerla a funcionar.

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